TRANSANTIAGO 2013
Cada vez que miro Santiago desde el avión, antes de salir de mi Chile querido, me pregunto, ¿Cuál es la gran falta cometida para que nos castiguen a diario con el transantiago?, ¿somos tan perversos los santiaguinos para merecer autoridades tan malas?, incapaces de solucionar un problema técnico en casi siete años de existencia de un sistema de transporte.
Transantiago no es comparable, no existe en el mundo un modelo, creado, que funcione tan mal, y cuando digo creado me refiero a que no nace como respuesta espontánea e individual de emprendedores que deciden recorrer la ciudad para satisfacer una demanda de transporte, sino a una planificación de años de ingenieros, en distintas áreas y validado por autoridades, que suponemos son expertos en la cartera que dirigen. Transantiago es el anti modelo de transporte público, es el caso a estudiar para comprender en detalle como no se debe desarrollar un sistema que debe tener como objetivos principales trasladar a los ciudadanos de forma rápida, económica y con dignidad.
Transantiago, es hoy uno de los grandes responsables de la molestia generalizada de nuestros ciudadanos, de la violencia sistemática en nuestras calles y al interior de los hogares, un mal que como pandemia ataco de forma simultánea sin que se encuentre solución alguna en siete años de operación. Este sistema de transporte público, que no debe ser denominado como modelo, violenta día a día a los ciudadanos, menoscabando la dignidad de los capitalinos, reduciendo con indolencia el poco tiempo que queda para la familia, después de extensas y agotadoras horas de desempeño laboral. El transantiago castiga a una comunidad que no lo merece, que su única falta es la incapacidad de organizarse para exigir una forma digna de movilización pública. Transantiago es un ejemplo más de la indolencia e incapacidad técnica de profesionales mediocres, que sólo buscan el rédito personal a costa de los anónimos que no tienen tiempo ni energía para exigir la dignidad perdida.
En mi calidad de ingeniero en tránsito puedo entender que un diseño deba ser sometido a correcciones, los profesionales sabemos que los modelos son dinámicos, que las variables se ajustan en virtud de los cambios propios de una comunidad en constante evolución. Los profesionales debemos, siempre, ser capaces de leer y comprender las problemáticas, en los distintos tiempos, para luego ir en busca de la solución. Lamentablemente este principio se ha desconocido y hoy nos encontramos frente a un gran problema llamado transantiago, para el cual la ecuación no es de las más sencillas de resolver.
Lamento que los caminos recorridos fueran los equivocados, pero lamento mucho más que se esté mirando al horizonte desde un punto equivoco y que nuevamente decidamos avanzar por rutas erróneas.